Para candidatos a la alcaldía y concejalías de Salcedo
- Cristian Roberto Santana Vargas
- 10 ene 2019
- 7 Min. de lectura

“Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”
(Mateo 22,12).
Ante el silencio a la pregunta que varias personas me han pedido expresar sobre la situación política del país y en vista a mi lejanía sólo puedo iniciar con una palabra - “vergüenza” - , sí, vergüenza me da del afán de poder de un sinnúmero de personas (no todos) que anhelan tomar el poder a costilla de maniobras vergonzosas que demuestran la carencia de solidaridad con los demás, a merced de ofrecer “regalos”, “sonrisas falsas”, corazones vacíos que sólo buscan el enriquecimiento por medio del robo silencioso.
Para quienes toman con seriedad el tema política (bello arte de gobernar), el ejemplo de varios candidatos ha llevado a empobrecer y, en el peor de los casos, a eliminar este profundo significado. Vergüenza da ver a personas “entregadas” (aparentemente) a la educación realizando campaña en los espacios enteramente dirigidos a ese propósito (educar), embarrando con su miseria los establecimientos educativos. No faltarán tampoco aquellos que, injiriéndose en lugares sacros (Iglesias, templos evangélicos, catequesis) van vestidos con el traje falso del servicio con el único propósito de acumular votos. Se creen salvadores de los pobres, visitando los lugares más lejanos entregando “obsequios” con un trasfondo maquiavélico, que a la final sólo radica en la burla de la gente sencilla y humilde. Quien anhela servir que lo haga por siempre, desde sus capacidades, dones y sacrificio; esa es la verdadera solidaridad y no un analgésico falso con objetivos egoístas.
¿Qué pasó con la formación principal de cada ser humano direccionada hacia el amor de Dios, del prójimo y toda la creación de manera franca y espontánea?, ¿dónde está aquello que nos hace hermanos por medio de nuestro diario ejemplo de vida?... La política se fue entretejiendo de manera tan corrupta en nuestra tierra que lamentablemente la misma creación sufre, implícitamente, los embates de las falsas promesas. Estoy convencido que no se necesita ser gobernante para realizar buenas obras como también estoy convencido de la falsedad de varios candidatos que jamás fueron capaces de brindar una sonrisa sincera y gratuita, de aquellos que jamás estrecharon una mano de apoyo, consejo y consuelo en los momentos de dolor de quienes más lo necesitaban. El país está como está por la falta de solidaridad con los demás. El afán de poder se hace más latente y potente en nuestro entorno; afán de los honores y halagos por lo que tenemos y no por lo que somos; afán de acumular riqueza material a merced de la inocencia de la gente, llevándoles incluso a la pérdida de la riqueza espiritual. La soberbia, el egoísmo y la envidia son el alimento cotidiano del ecuatoriano corrupto que ha llevado al país a una carencia política a gran escala, un fenómeno tan visible que ya nadie tiene vergüenza por participar en las elecciones políticas sin un mínimo proceso de formación y de testimonio de bondad (con “mínimo” me refiero por lo menos a los estudios universitarios / pero no basta sólo esto / debe ir unido con el servicio diario, es decir, con el servicio de siempre). Con manos sucias se han metido a la política con el único propósito de la comodidad y el ansia de poder mal direccionado.
Traigo a colación dos ejemplos claros sobre este fenómeno con dos personajes con actitudes paupérrimas y nefastos del gran grupo de gobernantes corruptos (ojo: condeno la actitud y no a la persona como tal), Gabriela Rivadeneira e Ivan Espinel, quienes juraron estar con los pobres y al servicio de quienes más lo necesitan, no obstante, al poco tiempo de ser elegidos o posicionados en puestos de gobierno, se presentaron con enormes mansiones por medios que hasta el día de hoy siguen en la duda (y, aunque fuese legítima dicha compra, ¿por qué no se hicieron con los pobres si prometieron estar con ellos - ser con ellos?. Ser solidario significa hacerse uno con ellos y no dar lo que sobra, sin embargo, demostraron todo lo contrario).
A nuestros futuros alcaldes y concejales, sobre todo de esta tierra que ha sufrido el mal ejemplo de varios gobernantes que mancharon la sacralidad del sentimiento del pueblo - violaron la misma naturaleza por medio de la mediocridad (Salcedo), les queda por delante un gran desafío. No pretendo insultar la dignidad de los actuales candidatos, anhelo mover el corazón – ¡sí! - de quienes han realizado estrategias vergonzosas para acumular voto; mover el corazón para que, si llegan al poder, jamás olviden que, por un lado, está detrás de ellos un ser divino superior a sus propios intereses, y por otra parte, una población sangrando continuamente por el dolor de los femicidios, del maltrato animal, de la delincuencia, de la falta de educación; no se trata de cambiar el Cantón en un abrir y cerrar de ojos, se trata de dar ejemplo de vida, de ser testimonios de amor frente a los demás, ser tolerantes, amables y respetuosos; virtudes esenciales para poder gobernar correctamente.
Tienen un gran desafío porque ser alcalde o concejal hoy en día no es un lujo, mérito o profesión; es ante todo servicio, humildad y pasión. El pueblo va poniendo confianza en Ustedes, no defrauden esta confianza a su propia gente. El ser humano por naturaleza es un ser político y religioso (re ligare = volver a unir, volver a contemplar – no hablo de la religión como Institución sino de esa necesidad profunda de adhesión con el ser trascendental), por lo mismo, pongan sus vidas en las manos de Dios, pidan profundamente al Espíritu Santo que les ilumine para que realicen cada acto con sabiduría e inteligencia.
Históricamente, en la vida del ser humano, varios iniciaron con buenas intenciones sus mandatos pero, en el trascurso del camino, el poder los corrompió llevándolos a olvidar sus primeros principios y sueños, Ustedes tendrán esta tentación todos los días, por eso es un gran desafío; tendrán que litigar con esta dicotomía continuamente. Para quienes iniciaron con motivaciones materialistas pueden darse por caídos en el intento así como para quienes aspiran la riqueza material en donde radican corazones podridos que sólo resta una conversión milagrosa (por decirlo de algún modo). Para quienes buscan el honor, los halagos y el dinero la consecuencia la pagará el pueblo que los eligió. El pueblo debe tener conciencia de su campo actoral en el tema, tiene en sus manos la potestad superior en el campo político concreto; se escucha por lo general rumores mediocres como: “a mí los políticos no me han dado nada y vivo de mi trabajo”, aparentemente puede parecer una verdad irrefutable pero en el fondo esta una consecuencia mayor que la sufrirán las futuras generaciones. Somos pueblo, somos creación, somos hermanos y por lo mismo debemos ser críticos y responsables en nuestra vida política.
El nuevo alcalde/sa y concejales deben ser verdaderos líderes a ejemplo del mayor personaje que trascendió y sigue trascendido toda la historia, Jesucristo. “La política de Jesucristo se basaba en el cumplimiento de su promesa…, la gente creía en sus palabras, esto permite dar autoridad a un líder que no utiliza dicho poder para vanagloriarse, sino al contrario, para permitirnos asemejarnos a Dios, para dar dignidad al ser humano, especialmente al más desprotegido. No hay desafección en participar de la “nación santa” sino pertenencia activa y solidaria. Si Dios irrumpe en la historia es porque en la misma historia se da la libertad de Dios y del hombre (cf. Gálatas 5,1) y el Espíritu está allí donde está la libertad; una política responde a un ideal de libertad que comprende esta doble dimensión en el ser humano: el aspecto espiritual (Dios) y el físico (Nación) y le corresponde al hombre y a la mujer responder a esas dimensiones desde una participación ciudadana más activa en donde involucre la preocupación por el bien común; el pueblo de Dios no está exento de participar en la política; al irrumpir en la historia, Dios también se hace parte de esta política que ha tenido diversos tintes en el recorrido de Israel y de la Iglesia. Para el Nuevo Testamento, quien busca el poder no lo hace por vanidad o capricho sino por amor y no es un amor cualquiera, es un amor que permite alcanzar la vida eterna, que nos permite ser partícipes de Dios por el Hijo, que espera nuestra respuesta en dos sentidos: por un lado, está la fe, el hecho de creer, y por otro, el ejemplo que implica este acto de fe, es decir, amar a Dios y al prójimo por medio de la caridad, porque el amor del Hijo es la revelación suprema de la caridad del Padre. Para Alberto Hurtado (santo chileno), la política tenía un lugar privilegiado para una labor en bien de los ciudadanos, en donde debían confluir los valores de trabajo, honradez, respeto; pero sobre todo, una consagración seria y profunda al bienestar nacional. La dignidad y la justicia al ser humano son las fuentes relevantes para la política, no sólo como una obligación humana sino como un deber emanado del Creador”. (Extracto tomado de la tesis de Magister del mismo autor del presente artículo).
Si me postularía alguna vez en mi vida a un puesto político, mi respuesta es NO porque de esta manera poseo una plena libertad de condena ante la injusticia social y la destrucción de la dignidad de la persona; soy un ente político como todos los demás pero no es de mi interés un puesto visible en ello, ni tampoco me formé para serlo; opté por una vida de servicio y, a pesar del mal ejemplo de varios miembros de la Iglesia, creo en la conversión y el perdón, como también creo en aquellos agentes de Iglesia que dan incluso su vida en las situaciones de guerra y opresión (África, Siria, Amazonía, etc.). También admito esperanza en Ustedes para que pueden empezar a cambiar esta situación aguda. En unos meses más Ustedes serán la voz de toda una comunidad, serán nuestra voz pero también serán quienes tengan la posibilidad de silenciarnos; está en sus manos (junto con el pueblo) demostrar su riqueza humana y espiritual o, por el contrario, su pobreza y miserable ambición.
Sólo me resta felicitar a las personas que inician con humildad este camino que han decidido tomar; les invito a que sigan con la misma humildad, incluso más que antes: más humildes, más sencillos porque el impacto y la cercanía con los demás será sincera. No soy quien para juzgar, sólo plasmo mi sentir, moldeo lo que escucho y reflexiono y por lo mismo doy mi oración y mi servicio a la distancia por medio de este escrito. A cada uno de quienes están en este terreno de contienda electoral, que Dios los bendiga siempre, ánimo en sus objetivos; que la mediocridad, el egoísmo y el orgullo (negativo) no corrompan ese anhelo de servicio que gozan… Nuestra mayor esperanza es poder vislumbrar un Salcedo distinto, especialmente para aquellos que, por diversos motivos, nos encontramos lejos.
Con total confianza;
Cristian Santana a.a.
Roma, enero de 2019.
NOTA: No se hace alusión a ningún candidato, el artículo es una simple invitación a tomar conciencia personal ante el panorama político en el que vivimos…
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