MI CULTURA
- Cristian Santana
- 5 ene 2018
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(Carta escrita al Maestro de Novicios)
Algunas consideraciones generales
Desde que inicié mi camino en la Asunción pude vivir experiencias internacionales en medio de varios hermanos que procedían de distintos lugares del mundo (específicamente redactado en mi autobiografía). El ideal de una Asunción Internacional ha resonado en mis oídos por varios años, y más fuertemente en estos cuatro últimos, pero la pregunta que radica a raíz de esta esclusa es ¿se valora la cultura, la persona y el entorno en cuanto a este ideal?, para mí es un misterio, tal vez un simple dilema que para la mayoría de sacerdotes y religiosos ya está resuelto.
Por qué se me viene esta interrogante: quiero partir esencialmente desde el entorno en que me formé, puramente ecuatoriano, específicamente andino. Para el ecuatoriano de esta región, la cultura, la patria y la familia son presa íntima de una fenomenología socio-cultural muy enraizada en los sentimientos y vida misma de cada persona. Tal vez por mi carácter, temperamento y mi autonomía me han permitido vislumbrar más de cerca el ideal de la Asunción desde mi experiencia en Riobamba, posteriormente en Chile y en USA (hoy por hoy en Roma); pero en este momento siento un desgarro, y un cierto sin sabor que desemboca en la búsqueda de esa honda cultura de la cual provengo, no es nada para alarmarse, pero si un hecho concreto pues debo reconocer que esta vivencia la experimento específicamente en la Eucaristía. Siento un vacío, y hasta cierto punto un estilo de aburrimiento y rutina. No encuentro la sinfonía de la guitarra, el charrango y el bombo. No veo los aplausos, la alegría y el abrazo fraterno de paz. Y ¿por qué me vienen ahora esos anhelos, cuando yo era el primero en darles la espalda? Prefería escuchar la melodía del órgano, el silencio y si por mí fuera, quitar el momento de la paz de la Eucaristía. Y pude comprender que soy uno más de esa cultura, en donde tarde o temprano, se haría visible en mi propio ser.
Siento el frío que provoca en mi la Eucaristía vivida en estos tiempos, puede ser un error íntimo de mi parte, un vacío puramente externo; líbreme Dios de separarme de su Palabra y su llamado; sin embargo para mí la Eucaristía es una celebración de vida, de alegría y esperanza, es mi vida misma en donde deposité toda mi vocación.
Anhelo respetar esta cultura, Dios sabe cuanto deseo consumirme en este estilo, nuevo para mí, sin embargo a veces siento una agresión a mi propio ideal cultural, a mi tierra que es parte de mi vida, a ese Dios en el que descubrí por medio de mi propia cultura. La cultura es algo íntimo del ecuatoriano andino, es sagrada, sublime e inviolable; y justamente en esa cultura me he formado, se ha formado mis valores y mi fe. Posiblemente in entendible para el Europeo y Americano, diverso y contradictorio para el Asiático y posiblemente un tanto valorado para el Africano, no lo sé, pero difícilmente a la vez conjugar lo Romano con lo Andino, con su tradición y su realidad.
Cómo explicar a las personas de diversas culturas este sentimiento? Es algo difícil, porque el misterio cultural enraizado en el sentimiento del hombre ecuatoriano siempre lo ha sido al igual que la mayoría de países andinos y sudamericanos.
Hasta ahora no he tenido problemas de fraternidad, ni creo (espero) tenerlos en otros lugares; para mí este ideal de la interculturalidad es más profundo y más difícil para el hombre andino de Sudamérica no por la relación con otras culturas, sino por el estilo tan diverso y tan propio a la vez; y ese creo es el motivo de la división en varios casos, la autonomía, y el desprecio de salir de la propia Patria, cuando hay mucho por hacer por ellas.
La Asunción somos todos y de eso no me cabe la menor duda, pero ¿Qué pasaría en un país como Ecuador en donde la Asunción es débil? y mucho más agredida ha quedado por las vivencias mediocres y mal ejemplares de varios religiosos que por ella pasaron. Nadie entendió la cultura si es que la mayoría de Chilenos alguna vez lo logró, ni la cultura misma logró entender a los extraños; hay algo de fondo que no logro vislumbrar.
La oración ha sido mi sustento, para comprender lo nuevo de lo viejo y, así que es viejo, sigue siendo lo mío, pues difícil es separar la sangre de las venas, como difícil es separar la cultura de la persona; aunque aparente ser sólo una pura metáfora, es la realidad y más fuerte que la misma sangre.
A veces siento que tengo todo (y es así, comida, techo, salud, etc.) pero a la vez no tengo nada; ¿qué me quedaría si la Asunción me abandonase o yo a Ella?, justamente la cultura y en ella encontraría el descanso, en ella moriría. Difícil dilema para mi familia, a la cual yo opté, la que debe resolver con el hombre sud-americano, y a la cual estoy llamado a la vez a ser aporte, pero que fuerte es el yugo con el que se debe aportar pues viviendo este desgarro se vive la felicidad en Aquel que me llamó, que es Jesucristo.
Largo es el camino, pero posible desde la propia palabra que remarca una “Nueva Evangelización”.
Por ese mismo camino radica la sensibilidad del que me rodea. Cuando observo a alguien cansado, preocupado o molesto, siento un posible enojo contra mi parte y digo "siento", porque en un 90% es totalmente distinto. Esto es, producto de la cultura.
Aquí tal vez esté el problema, pero ¿cuál es la solución?, creo que parte desde la misma formación, en donde hace falte más que nada un desligamiento, no cultural, pero sí ideológico. La raíz incluso no radica en la misma Asunción, sino en la formación desde nuestros primeros pasos. Pongo mi propio ejemplo en donde, para el ecuatoriano, cada provincia desemboca en su propio país. “Yo soy de Salcedo, pero no Riobambeño”, y así cada provincia tiene su autonomía de pensamiento, en donde la mejor opción para estar unidos radica en la formación escolar, específicamente en la toma de conciencia de cada país.
Con todo esto, se hace mucho más difícil, cuando la mayoría de vocaciones ya lleva un trayecto largo de vida y a eso añádase este detalle de que cada uno se aferra con entera pasión a su cultura, necesitamos formarnos para una misión más en conjunto. Y, como si fuera poco, todo esto va ligado con una formación en la que el resonar de la Asunción con su específica Provincia, necesita vocaciones, personas dedicadas a las diversas actividades pastorales, etc., lo cual hace impensable formarse para una Asunción fuera de nuestro entorno. Desafortunada o afortunadamente, yo he crecido en ese estilo; difícil para mí pensar en abrir fronteras, pero no imposible. Creo y estoy convencido que la Carta de nuestro Superior General, sobre la Misión de Oriente, nos permite abrir la mente a un nuevo conocimiento, pero veo necesario a la vez dedicar cartas, formación, estudios a los criterios culturales de las otras partes; y a modo personal, hablo de Sudamérica. Necesitamos formarnos para ser misioneros sin olvidarnos de lo nuestro, sin agresiones ni rencores y más que nada, educarnos como familia que somos donde el ideal es Cristo el cual supera cultura y frontera.
Para esto soy honesto, en la actualidad no lograría comprender una misión fuera de mi Provincia, no por pretender ser autónomo, sino por mi formación cultural, aunque obedecería, sentiría contradicciones, agresiones y soledad al mezclar lo mío con lo extraño; para eso necesito formarme, conocer lo nuevo, y fortalecer lo mío con lo que voy aprendiendo en mi diario vivir.
Estoy convencido que todo es posible en Jesucristo quien nos convoca, no duda de ver una Asunción fortalecida, en un mundo secular, donde la tecnología, la vanidad, etc., sigue siendo redes atrayentes para nuestro mundo, olvidando que todos somos hermanos y que como tal, (por lo menos en mi entorno) nos hace falta trabajar en gran medida pues esto se logrará sólo con pasos certeros y con un progreso, que lógicamente, llevará tiempo.
Att.
Cristian.
Mi familia Asuncionista
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